„¡Qué manera más buena de empezar el año!“, me dice mi amiga Katia.
Oigo cierta ironía en sus palabras, o quizás es simplemente que se trata del primer día de trabajo después de unas largas vacaciones y todos están con la resaca de fiestas?
“Claro!”, respondo. „Año nuevo, casa nueva!”
Meto mi bolsa, mi cámara de fotos, el portátil y algo de comer en el coche y todavía paso por mi panadería favorita para comprarme pan y un rico croissant de almendra. ¿Y la lista de requisitos? En realidad no la necesito; ya me la sé de memoria.
Empecemos por el REQUISITO 1:
La región norte de la Costa Brava es en cualquier caso muy prometedora: cerca de Figueres, la ciudad de Dalí, y casi aislada en una cima, encontramos la comarca del Alt-Empordà, que limita con Francia y es conocida por su parque natural.
No es el típico destino para unas vacaciones de playa; es más bien ideal para actividades de mar y montaña.
En verdad que el plato típico de la Costa Brava se llama así, mar i muntanya en catalán, y viene a ser un puchero de montaña combinado con pescado.
No sería mi plato favorito, pero de vacaciones en el mar a 30 km de los Pirineos que se ven a simple vista, sabe sabrosísimo!
Después de una hora y media, me alegro de poder dejar la aburrida y costosa autopista, la AP7. Cruzo un pueblo de bonito nombre, Avinyonet de Puigventós, y ya veo de fondo los Pirineos cubiertos de nieve!
Un par de curvas más y, según la ruta marcada, en Cistella ya tengo que ver alguna señalización de la casa. La carretera pasa por un pueblo de 300 habitantes.
Logro girar a la izquierda correctamente, pero en vez de subir la montañita, vuelvo al pueblo. Allí un anciano sentado en una silla delante de su casa me está observando como doy la vuelta. Y después de unos metros sí, veo la señalización hacia Can Lluís.
Comienza un camino medio asfaltado, media tierra. Después de pasar unos baches me llega esta sensación aventurera que me encanta.
Es como si estuvieras descubriendo nuevos lugares “salvajes” que muy poca gente ha visto aún.
Entramos en plena naturaleza de praderas, olivos y encinas. Sigo la señalización hacia la casa rural por un rato más y finalmente estoy en la entrada de la finca, dejando cactus y agaves detrás de mí.
Aparco el coche en un parking marcado con diferentes „P“s y miro a mi alrededor.
El primer edifico es un pabellón, la puerta está abierta. Echo un vistazo hacia adentro y veo un ambiente muy acogedor con unos muebles decorados de manera creativa: una mesa muy larga, antigüedades exhibidas en estanterías, una chimenea, unos sofás con tele, una pequeña biblioteca, y sobre todo mucha luz.
Esta mesa larga es genial para grupos, pienso. Es justo lo que va bien por si quieren comer juntos.
Bueno, no hay nadie. Entonces sigo el senderito marcado con piedras hacia la casa rural principal, que por cierto es una casa rural con la aprobación de la Generalitat de Catalunya y cumple con los requisitos.
Detrás de una puerta de cristal veo movimiento, pico a la puerta y allí están Carien y Rinus. Ya me estaban esperando (porque llego un poco tarde no cumpliendo con el estereotipo alemán de venir siempre a tiempo ;-). Sin saber que iba a sentarme en “mi” terraza en “mi” casa, tomamos un café para conocernos. Desde aquí, ¡se puede ver hasta la Costa Brava!
Los dos holandeses vinieron a España hace 14 años, y hace diez años, encontraron esta finca. Estaba en un estado desolado, y les costó un montón arreglarla, sobre todo los dos primeros años fueron muy difíciles, me comentan. El único generador de energía dejaba de funcionar de vez en cuando, y era mucho trabajo.
Más adelante, veo unas fotos de la casa como la encontraron y ¡Chapeau!
¡Cómo ha cambiado!
Ya son la una y media, y empezamos con el „tour“. Recibo mi propio llavero con el bonito nombre de “Cistella”.
Es el nombre del pueblo vecino. Carien me comenta que la gente apreciará esta parte de la casa justamente en invierno por la luz y su terraza con las vistas tan lejanas. Abre la puerta y es el momento cuando echo un plegaria al cielo … rezo brevemente: Por favor, pleeease, ¡Qué no sean feos los muebles de la casa!, y ¡qué no hayan demasiadas cosas decorativas! O para decirlo en otra manera más “polite”: REQUISITO 2…
Quiero decir: ¿Está decorada con buen gusto siendo acogedora al mismo tiempo?
Una vez dentro, Salvador Dalí nos saluda desde la mesa del comedor. Me da esperanza y pienso al mismo tiempo ¡Ojalá que tenga la oportunidad de visitar el museo de Dalí en Figueres esta vez! Casi no me atrevo a admitir que durante los más de doce años viviendo en Barcelona, aún no lo he visto ;-//
Siiiiii, me gusta. ¡¡¡Qué alegría!!!
No queda tiempo para comprobar si cumplen con este requisito, como por ejemplo…
¿Hay agua fría u otra bebida a la llegada?
¿Huelen bien y recién lavadas las sábanas de la cama?
¿Hay jabón lavavajillas, toallas de cocina o especias básicas en la cocina?
¿Ya está puesta en marcha la calefacción?
¿Han puesto a la vista el código WiFi y más información útil?
Ya lo comprobaré más tarde, pienso, y sigo a Carien que me guía por el jardín, pasando la barbacoa en dirección al pabellón.
Ahora descubro detalles en los que no me había fijado antes. Dentro de una vitrina hay colocadas pequeñas bolsitas de tela rellenas con lavanda. A su lado descubro jarras de mermelada y otras de miel. Carien me explica que eran elaboradas por un vecino.
A los huéspedes les encantará, dice. Las podrían comprar para llevar a casa y así tendrían un regalito para sus amigos.
Pues, slow food total. ☺
De repente, estoy pensando en uno de los requisitos que más nos preocupa:
“Hay juguetes para niños?” pregunto entonces. Carien se ríe y abre un baúl que está lleno de juguetes de playa. Coge una manga de natación y se lo pone por encima del brazo.
Carien comenta que los niños suelen jugar en el bosque o la pradera al lado de la casa. A parte de la piscina, hay columpios, un balancín, porterías para jugar fútbol, una tabla de ping-pong y un futbolín.
Pasamos la pradera hacia el otro lado porque me quieren enseñar El Rodamón. Ni idea qué es, pero me encanta la vista de este lado y saco rápidamente otra foto con mi móvil. Desde aquí, todo el conjunto da una imagen impresionante, da igual si es un día de pleno invierno.
En la próxima hora…
Ya son las tres y media y Carien se despide. Pero antes de marcharse, me invita a cenar en su casa sobre las siete de la tarde. “¡Qué pronto!”, pienso, pero estoy encantada, por supuesto. No lo esperaba para nada, y con este gesto tan amable, ya veo que cumplen también con el REQUISITO 7, el de la hospitalidad y encanto que me entusiasma.
El sol de la tarde alumbra todo con su luz de oro. En vez de hacer caso a mi estómago vacío, sigo sacando fotos.
Una de las cosas en las que aún no me había fijado es el REQUISITO 8:
Miro si hay indicios para ver ¿Cuáles son las medidas que han tomado los propietarios en cuanto a la huella ecológica?
Justo detrás de mi apartamento descubro las placas solares. Y una vez en mi casa CISTELLA, noto que casi no hay electrodomésticos. No veo ninguna tostadora, ninguna cafetera eléctrica, tampoco un calentador de agua eléctrico o un secador de pelo.
Son todos dispositivos que necesitan mucha energía muy rápidamente, de cero a cien. Por eso están baneados en cualquier establecimiento ecológico.
Esto no quiere decir que no dispongo de aparatos con el mismo fin. Para preparar mi infusión, cojo una caldera que pongo en la cocina de gas. Además, descubro una cafetera italiana de toda la vida del mismo estilo que suelo utilizar en mi casa. Bien, pienso, porque para mí, la primera taza de café por la mañana es importante.
Lo que tiene cada apartamento es una tele con DVD, una calefacción y una chimenea.
Otra indicación del espíritu de sostenibilidad: Los propietarios no tiran las botellas de crema solar o de ducha que han dejado sus huéspedes sino que las ponen bien ordenadas y visibles en una vitrina en el pabellón común. Aquí no se tira nada útil. Muchos de los libros en la mediateca de al lado de la zona de chillout provienen de los visitantes anteriores.
Son las cinco de la tarde. Aprovecho las últimas rayas de sol para descubrir la bodega.
Aquí antes se producía aceite de oliva y vino. Donde antes se embotellaban estas delicias, hoy se encuentra un apartamento de 110 metros cuadrados con el nombre adecuado, “EL TRULL” que significa “el molino” en catalán.
La terraza de esta parte de la casa tiene la misma orientación de sur-oeste como el apartamento LA VISTA. A parte del fotoshooting, aprovecho y compruebo el REQUISITO 9: +
Es decir: Han limpiado todo con detalle, sin dejar huellas de los huéspedes anteriores?
Aquí tampoco me decepcionan. Justo la cocina y el baño son los lugares que Doña DESconnect examina al fondo… todo bien limpio ☺
Cuando salgo de la antigua bodega, me espera un cielo maravilloso. Voy corriendo hacia mi terraza de la casa CISTELLA para acompañar la puesta de sol con unas olivas con pan.
Es lo que quería. Pero me entra el frío y no puedo dejar de sacar fotos. Nunca sabes, si al día siguiente habrán las mismas condiciones para hacerlo, así que mejor aprovechar el momento.
¡No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy! 😉
Uff… son las 6 de la tarde y me echo un rato encima de mi cama. Casi me duermo, pero me entra una llamada de un grupo de tango que busca una casa rural. Aún me queda tiempo hasta las 7 y me preparo una infusión con la caldera mencionada antes.
Ahora estoy contenta de haber quedado ya a las 7 para cenar. Tengo la sensación de que ya son las 10 de la noche porque ¡no estoy acostumbrada a tanta tranquilidad y oscuridad!
A las 7 en punto, cojo dos botellas de vino y voy a la casa de al lado.
Duermo como un tronco, la cama es muy cómoda. A pesar de haber puesto el despertador a las 7 y media, no hago caso. El tiempo me da la razón. Está muy nublado y empieza a llover. Menos mal que ya saqué las fotos ayer, pienso, y me echo otro rato a dormir.
Una vez levantada, “inspecciono” otra habitación con baño que forma parte de CISTELLA. Viene Carien y me invita a acompañarla al mercado de Figueres.
Nos dirigimos a su estand favorito. Carles ya le está esperando y nos ofrece manzanas…hmmmm qué bueno! Me llevo algunas “pomes” (en catalán), dado a que en Barcelona resulta difícil encontrar unas parecidas con un sabor tan intenso. Carien compra puerro entre otras cosas y Carles la pregunta si va a aprovechar de la parte verde. Si no, lo cortaría porque él mismo lo utiliza para dar sabor a un caldo. En su casa no se echa nada a la basura. De esto se trata cuando eres campesino ecológico, dice.
Esta pequeña conversación en català me da una pista para el REQUISITO 10:
A parte de alemán que Carien y Rinus dominan perfectamente, hablan castellano, catalán e inglés junto con su idioma nativo que es el holandés.
Resulta que damos toda una vuelta por el centro de Figueras, y Carien me enseña sus lugares favoritos. Cuando volvemos a CAN LLUIS, se despeja el cielo y muestra su azul celeste. Esta luz mediterránea engancha, así que saco unas cuantas fotos más.
Es hora de despedirme de mis anfitriones. Aprendo a decir ¡hasta la próxima! en holandés:
„Bye voor nu”.
Antes de volver a Figueres para visitar el museo de Dalí paro un momento en el pueblo Cistella, que me parece encantador.
Al final llego al museo, son las cinco de la tarde y sólo quedan 20 minutos. Ay ¡qué lástima!
Horario de invierno.
Pues vale.
Al menos tendré otra razón para volver pronto a este emblemático lugar para dar mis honores a Salvador Dalí.
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